En el corazón de Puebla, México, brillaba una luz llamada Elena Larrea, una activista comprometida y fundadora de «CUACOLANDIA», una organización que se dedica a rescatar y rehabilitar caballos, yeguas y burros maltratados. Elena era más que una líder, era un camino de esperanza para los más vulnerables, una voz en favor de aquellos que no pueden hablar por sí mismos.
Desde inicios de 2019, Elena y su equipo han rescatado y cuidado con amor a más de 200 equinos, brindándoles una segunda oportunidad en un santuario donde la compasión y el respeto son los pilares fundamentales. Su dedicación a la justicia animal se demostró cuando, junto con el Movimiento Defensor de los Animales de Puebla, lograron que se considerara un delito la crueldad hacia los animales en el estado en febrero de 2024.
En un comunicado oficial, el miércoles 20 de marzo, CUACOLANDIA dio la trágica noticia de su fallecimiento debido a una trombosis pulmonar. Pero aunque Elena haya partido, su compromiso nos guiará en la creación de un mundo más compasivo y justo para todos los seres vivos.
Elena Larrea no solo fue una activista; fue un símbolo de fuerza y resistencia. Su legado deja una huella, no solo en México, sino en toda Latinoamérica, donde su nombre es sinónimo de esperanza y cambio.
Hoy, mientras sentimos su pérdida, recordamos las palabras de Elena: «las mujeres que se comportan, rara vez hacen historia». Que su ejemplo nos inspire a seguir luchando por un mundo donde todos los seres vivos sean tratados con dignidad y compasión. Hasta siempre, Elena, tu valentía vivirá en todos los que continúan luchando por la justicia y el respeto hacia todas las formas de vida.
Luciana Ortiz
